Para los equipos que se han ganado el derecho de jugar la final de la Champions League, el Barça y el Manchester Utd, la liga es cosa hecha. Tanto unos como otros la acarician tras empatar el Barça en el Bernabéu y tras vencer los ingleses a sus mayores rivales de este campeonato, el Chelsea. Ahora toca centrarse en la competición importante, en la que se enfrentaron hace dos años y en la que ganará el que juegue mejor, el que esté en mejor forma física o el que, simple y llanamente, meta más goles. Obviedades al márgen, ninguno de los dos clubes se postulan como favoritos. El Barça pasa por un momento físico descendente, tras el mundial y una laaaaarga y existosa temporada, mientras que los ingleses van de menos a más, en un estado de forma digno de los mejores clubes británicos de décadas atrás.
Alex Ferguson es zorro viejo, dicen que es esta su última temporada al frente del ManU y quiere coronarla con Liga y Champions, para dar el relevo a... Sí amigos, no podía ser otro: Mourinho. El portugués más irritante de la historia dejaría el Bernabéu y se marcharía a las tierras inglesas, que tantos éxitos le han traído. Rumores aparte, el legendario equipo inglés parece en racha, ha remontado una liga que tenía difícil gracias a un Chelsea flojo, al que el fichaje de Fernando Torres ha desestabilizado más que otra cosa. No será un partido tan fácil como el de hace dos años, con cracks del Barça en pleno apogeo y sin el cansancio acumulado que llevan en los últimos tiempos. Quizá los relevos sean más que importantes en los próximos partidos de liga, y puedan coger un buen tono para la final. Los titulares deberían descansar lo máximo posible, aunque le cueste el pichichi a Messi. Sinceramente, ¿quien carajo quiere un pichichi cuando puedes volver a ganar la Champions en Wembley?
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